Cristo, he escuchado predicar tu Evangelio
a un sacerdote que vivía el evangelio.
Los pequeños, los pobres,
quedaron entusiasmados.
Los grandes, los ricos,
salieron escandalizados.
Y yo pensé que bastaría con predicar
sólo un poco del Evangelio
para que los que frecuentan las iglesias,
se alejaran de ellas;
y para que los que no las conocen,
las llenaran..
Yo pensé que era una mala señal para el cristiano
el ser apreciado por la “gente de bien”.
Haría falta, creo yo,
que nos señalaran con el dedo,
tratándonos de locos y revolucionarios.
Haría falta, creo yo,
que firmasen denuncias contra nosotros;
que intentaran quitarnos de en medio.
Esta tarde, Señor, tengo miedo.
Tengo miedo porque sé
que tu Evangelio es terrible.
Es fácil, muy fácil
predicarlo,
oírlo predicar.
Es todavía relativamente fácil
no escandalizarse de él.
Pero, vivirlo...
Vivirlo es difícil... Muy difícil
Extraído de la página de Juan Jáuregui Castelo
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