sábado, 25 de septiembre de 2010

EL SISTEMA

Los funcionarios, no funcionan.
Los políticos hablan, pero no dicen.
Los votantes votan, pero no eligen.
Los medios de información desinforman.
Los centros de enseñanza, enseñan a ignorar.
Los jueces, condenan a las victimas.
Los militares están en guerra contra sus compatriotas.
Los policias no convaten los crimenes, porque están ocupados en cometerlos.
Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan.
Es más libre el dinero que la gente.
La gente, está al servicio de las cosas.

Eduardo Galeano

domingo, 19 de septiembre de 2010

Oración del cristiano revolucionario


Cristo, he escuchado predicar tu Evangelio
a un sacerdote que vivía el evangelio.
Los pequeños, los pobres,
quedaron entusiasmados.
Los grandes, los ricos,
salieron escandalizados.
Y yo pensé que bastaría con predicar
sólo un poco del Evangelio
para que los que frecuentan las iglesias,
se alejaran de ellas;
y para que los que no las conocen,
las llenaran..
Yo pensé que era una mala señal para el cristiano
el ser apreciado por la “gente de bien”.
Haría falta, creo yo,
que nos señalaran con el dedo,
tratándonos de locos y revolucionarios.
Haría falta, creo yo,
que firmasen denuncias contra nosotros;
que intentaran quitarnos de en medio.
Esta tarde, Señor, tengo miedo.
Tengo miedo porque sé
que tu Evangelio es terrible.
Es fácil, muy fácil
predicarlo,
oírlo predicar.
Es todavía relativamente fácil
no escandalizarse de él.
Pero, vivirlo...
Vivirlo es difícil... Muy difícil
Extraído de la página de Juan Jáuregui Castelo

lunes, 13 de septiembre de 2010

¡Qué pobres somos!

   Una vez, un padre de una familia llevo a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que su hijo viera que tan pobres eran las gentes del campo. Estuvieron por un día y una noche completos en una granja de una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje, y de regreso a casa, el padre le pregunta a su hijo,
   -Qué te parecio el viaje?
   -Muy bonito Papá!
   -Viste que tan pobre puede ser la gente?
   -Si! -Y qué aprendiste?
  -Ví que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una alberca que llega de una barda a la mitad del jardin, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta la barda de la casa, ellos tienen todo un inmenso campo como patio.

   Al terminar el relato del niño, el padre se quedó mudo....y su hijo agregó: -Gracias Papá por enseñarme lo pobre que somos!

P.D. Hay tantas cosas a nuestro alrededor que llegan a cegarnos. Aprendamos a apreciar lo verdaderamente importante.

Dueños del destino

"Sólo aquellos que nada esperan del azar son dueños del destino"

Matthew Arnold (poeta inglés)

viernes, 10 de septiembre de 2010

Proverbio de Nigeria

Un tigre no tiene que proclamar su fiereza

jueves, 9 de septiembre de 2010

Proverbio de la República Democrática del Congo

"La boca de un hombre anciano está sin dientes, pero nunca sin palabras de sabiduría"

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Proverbio de Camerún

"La cabra come el césped allí donde se ata"

domingo, 5 de septiembre de 2010

Los NADIES

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algun mágico día llueva de pronto la buena suerte,
que llueva acántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca,
ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen
y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

Eduardo Galeano

sábado, 4 de septiembre de 2010

Un cura mendigo...

Un sacerdote norteamericano de la archidiócesis de Nueva York se disponía a rezar en una de las parroquias de Roma cuando, al entrar, se encontró con un mendigo. Después de observarlo durante un momento, el sacerdote se dio cuenta que conocía a aquel hombre. Era un compañero del seminario, ordenado sacerdote el mismo día que él. Ahora mendigaba por las calles.

El cura, tras identificarse y saludarle, escuchó de labios del mendigo cómo había perdido su fe y su vocación. Quedó profundamente estremecido.

Al día siguiente el sacerdote llegado de Nueva York tenía la oportunidad de asistir a la Misa privada del Papa, a quien podría saludar al final de la celebración, como suele ser la costumbre. Al llegar su turno, sintió el impulso de arrodillarse ante el Santo Padre y pedir que rezara por su antiguo compañero de seminario, y describió brevemente la situación al Papa.

Un día después recibió una invitación del Vaticano para cenar con el Pontífice, en la que solicitaba llevara consigo al mendigo de la parroquia. El sacerdote volvió a la parroquia y le comentó a su amigo el deseo del Papa. Una vez convencido el mendigo, le llevó a su lugar de hospedaje, le ofreció ropa y la oportunidad de asearse.

Confesó al Papa

El Pontífice, después de la cena, indicó al sacerdote que los dejara solos, y pidió al mendigo que escuchara su confesión. El hombre, impresionado, le respondió que ya no era sacerdote, a lo que el Papa contestó: «una vez sacerdote, sacerdote siempre». «Pero estoy fuera de mis facultades de presbítero», insistió el mendigo, que recibió como respuesta: «Yo soy el Obispo de Roma, me puedo encargar de eso».

El hombre escuchó la confesión del Santo Padre y le pidió a su vez que escuchara su propia confesión. Después de ella lloró amargamente. Al final Juan Pablo II le preguntó en qué parroquia había estado mendigando, y le designó asistente de párroco de la misma, y encargado de la atención a los mendigos.
LA RAZÓN
miércoles, 9-V-2001

jueves, 2 de septiembre de 2010

Una flor de vez en cuando...

Se cuenta la historia de una mujer que había trabajado duramente para sacar adelante su familia con muy poco aprecio por parte de esta.



Una noche le preguntó a su marido:


-Oye, Pedro, si yo me muriera te ibas a gastar una gran cantidad de dinero en flores para mí, ¿verdad?
-Pues claro que sí, Marta. ¿Por qué lo preguntas?
-Es que estaba pensando que las coronas de muchos euros iban a significar en aquel momento muy poco para mí. En cambio, una florecita de vez en cuando, mientras viva, significa mucho.


Marta estaba expresando lo que desean en su corazón todas las personas que tenemos a nuestro alrededor. «Una florecita de vez en cuando», es decir, algún detalle en que demostremos nuestro amor puede llevar alegría a la vida de una persona. ¿Por qué esperar a que los corazones hayan dejado de latir, a que los ojos no vean y los oídos no escuchen, para hacer entrega de unas rosas a esa persona que está tan unida a tu vida? No olvidéis que vale más una sola rosa para el que vive que una gran corona para el que ya se fue.